Después de la fiesta la llevó a su casa. En el camino encontró una flor se la regaló, a ella se le ruborizaron las mejillas. Al llegar a la puerta de su casa ella le confesó algo en el oído y le regaló el beso más dulce en sus labios. Al día siguiente, sorpresivamente él estaba en un cerro con ropas verdes, botas negras y un rifle en los brazos.
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