Ellos.

La brisa le cubrió el rostro. Ella estaba entregada a él, y él le correspondía. Ella lo amaba y no se explicaba cómo. Él estaba loco por ella, y todos se percataban de ello. Ella lo respiraba, él viajaba por ella como un río desbocado. Un día ella le dijo que lo suyo no podía seguir ¡no era posible! Él murió de la más cruel tristeza. Y con él, todo el mundo pereció: dejó de haber Aire.